La oportunidad de Europa en la era de la eficiencia económica ampliada
En el nuevo tablero global, donde lo barato ya no basta, Europa debe apostar por la calidad y la innovación.

En el nuevo tablero global, donde lo barato ya no basta, Europa debe apostar por la calidad y la innovación.

Mario Cantalapiedra - Economista
Para los economistas, la eficiencia económica es un concepto fundamental. De hecho, el problema económico se define como la asignación eficiente de recursos escasos para satisfacer las necesidades ilimitadas de la sociedad. En términos prácticos, esto implica utilizar al mínimo los recursos disponibles, es decir, producir al menor coste posible.
Durante décadas, la globalización ha ofrecido un entorno propicio para perseguir esa eficiencia. Las cadenas de suministro se han expandido por todo el planeta, y numerosas empresas europeas han trasladado sus procesos productivos a regiones con costes laborales significativamente más bajos, especialmente en Asia. China y sus economías satélite se han consolidado como el núcleo de la manufactura global de bajo coste, y durante mucho tiempo pareció que su modelo productivo marcaría el rumbo de la economía mundial.
Este paradigma, sin embargo, parece estar cambiando. La globalización actual ya no es sinónimo de apertura sin restricciones, sino de fragmentación estratégica. Las tensiones geopolíticas, los riesgos logísticos, las exigencias medioambientales y el avance tecnológico están redefiniendo las reglas del juego. La eficiencia ya no se mide únicamente en términos de coste económico, sino también a través de nuevos criterios como:
En un mundo más incierto y exigente, lo barato puede salir caro. Lo resiliente, sostenible, trazable y tecnológicamente controlado es lo que ahora se considera verdaderamente eficiente.
En este contexto, Europa, atrapada entre la presión por reducir costes y la necesidad de preservar su tejido industrial, se enfrenta a un importante reto. La pregunta clave es: ¿cómo puede seguir siendo relevante?
No basta con regular antes que nadie tecnologías como la IA generativa, mientras China y Estados Unidos innovan. Del hecho nace el derecho y no al revés. Europa debe apostar por la calidad y la innovación, liderando en sectores donde el valor no se mide tanto por volumen, sino por excelencia: salud, alimentación, tecnología verde, entre otros. También debe avanzar hacia cadenas de suministro más cortas, automatizadas y sostenibles.
Lo barato ya no basta en la nueva globalización. Lo que marca la diferencia es la capacidad de adaptarse, innovar y generar valor con propósito. Ahí es donde Europa puede reinventarse. Apostar por una eficiencia económica ampliada no solo responde a los desafíos actuales: es una oportunidad para liderar el futuro.