10 enero 2013
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La inaccesibilidad del Comité de riesgos bancario

  

Mario Cantalapiedra - Economista

Hablando el otro día con un amigo empresario me comentó lo molesto que estaba con su banco, con el que viene trabajando desde hace unos cuantos años, porque le había denegado la concesión de una cuenta de crédito. Más que el hecho en sí de la no concesión del producto de financiación, le había molestado la falta de explicaciones por parte del banco. El director de su oficina, con el que hasta la fecha mantiene una buena relación, le había comentado que la decisión venía de arriba, del Comité de riesgos y que poco podía hacer él salvo comunicársela. En este contexto y al solicitar mi amigo hablar directamente con los responsables de dicho Comité, se encontró con que la política de la entidad prohíbe este extremo: “los miembros del Comité de riesgos del banco no hablan con los clientes”.

Dentro de una entidad financiera, te recuerdo que el Comité de riesgos es el órgano colectivo responsable de decidir sobre la concesión de un préstamo o un crédito a un cliente, es decir, es quien se encarga de que la entidad tome un riesgo. Y en una situación como la que acabo de comentar puede que haya ocurrido algo de lo siguiente:

En primer lugar, puede que la operación se haya parado en la propia oficina por no considerarse viable y al director de la misma le cueste decírselo al empresario con el que lleva colaborando desde hace tiempo. En este caso, la excusa de la inaccesibilidad del Comité de riesgos aparece como su tabla de salvamento.

También puede ocurrir que la política de la entidad financiera sea la de que le lleguen masivamente a su Comité de riesgos las propuestas sobre préstamos y créditos, tanto las buenas como las que se consideren no adecuadas, para que sea allí donde se realice el tamiz, aunque sea a consta de que sus directores de oficina tengan que dar la cara posteriormente ante los clientes.

Por último, la tercera posibilidad que se me ocurre, es que los miembros del Comité de riesgos del banco no sean personas, como podríamos pensar, sino máquinas que han sido diseñadas para evaluar riesgos de forma autónoma y, por tanto, no sea nada fácil hablar con ellas sobre los motivos concretos que los llevan a rechazar una operación, aunque esta última posibilidad parece demasiado descabellada ¿o no?

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