15 julio 2022
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Elementos que integran el riesgo de crédito comercial

El riesgo de crédito comercial no es solamente el importe de las facturas pendientes de cobro. 

Mario Cantalapiedra - Economista

El crédito comercial es una fuente de financiación que surge automáticamente cuando se aplaza el pago de facturas a los proveedores. Es la fórmula financiera más utilizada por las pequeñas y medianas empresas, lo cual es lógico si pensamos que es una opción socialmente aceptada y que no precisa de negociaciones complejas como, por ejemplo, la financiación bancaria.

Desde el punto de vista del proveedor, el crédito comercial implica un riesgo en cuanto a la posibilidad de no cobrar las facturas cuyo pago se aplaza. En principio, este riesgo sería igual al importe facturado por la venta de bienes y servicios pendiente de cobro en un momento dado. No obstante, existen otros elementos que lo aumentan:

  • Los pedidos aceptados por la empresa y que estén en proceso de fabricación, especialmente en el caso de productos que se fabriquen de manera exclusiva para un cliente.
  • Los pedidos que se hayan entregado al cliente, pero que todavía no estén facturados.

Por otro lado, reducen el riesgo de crédito comercial, y asimismo han de ser contemplados, los avales depositados por el cliente. Mediante estos contratos una entidad financiera garantiza que responderá del pago de las facturas en caso de incumplimiento del cliente.

Por tanto:

Riesgo de crédito comercial = facturas pendientes de cobro + pedidos en proceso de fabricación + pedidos entregados y no facturados - avales.

Un proveedor puede incrementar el riesgo de crédito comercial de forma voluntaria con el fin de incrementar las ventas, aumentando el volumen de crédito aplazado o el plazo medio de cobro que ofrece a los clientes. Por el contrario, este incremento será involuntario cuando sean los clientes los que “decidan” sin pacto previo aplazar el pago.

En una coyuntura económica tan compleja como la actual es previsible que aumenten los plazos medios de cobro sin previo acuerdo, de ahí que desde las empresas sea importante procurar reducirlos a través de acciones tales como la selección adecuada de los clientes (posibilidades reales de cobro), la utilización de herramientas de gestión del riesgo de crédito, la reducción de las tareas administrativas que se producen entre la venta y el cobro o la gestión de las facturas de dudoso cobro.
 

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