17 mayo 2010
pere-brachfield-morosologo

El comportamiento de los morosos bajo una visión “animus jocandi”

El comportamiento de un determinado tipo de morosos que a la hora de pagar sus deudas demuestra una total desfachatez; y en estos meses con la crisis de liquidez que atravesamos se les están cayendo las máscaras de honorabilidad con las que pretendían camuflarse. Estos aprovechados han hecho de la morosidad una ocupación muy lucrativa, porque en España existe el oficio de “moroso profesional”.

Por Pere J. Brachfield Socio Director de www.morosologia.com

 

El comportamiento de un determinado tipo de morosos que a la hora de pagar sus deudas demuestra una total desfachatez; y en estos meses con la crisis de liquidez que atravesamos se les están cayendo las máscaras de honorabilidad con las que pretendían camuflarse. Estos aprovechados han hecho de la morosidad una ocupación muy lucrativa, porque en España existe el oficio de “moroso profesional”. A lo largo de mi carrera como cazador de morosos he tratado con personajes con una dureza facial que superaba con creces a la del diamante; tal vez me hubieran dado el premio Nobel de física, si hubiera conseguido una muestra del tejido de la cara de un menda de esos.

 

Para ilustrar la caradura y desfachatez de los morosos suelo contar el siguiente chiste, que refleja en clave de humor el comportamiento de muchos desaprensivos:

 

_ Son las 3 de la madrugada y el Sr. Narciso Sinblanca, un “honrado empresario” y padre de familia no puede dormir; el pobre hombre lleva más de tres horas que dando vueltas en la cama completamente despierto sufriendo un ataque de ansiedad. Su esposa, María Cararoca, se ha cansado de la situación y le pregunta – “A ver Narciso, que te pasa, ¿se puede saber por que no puedes dormir?, son las 3 de la madrugada, te das cuenta que  me estás dando la noche”.

 

El Sr. Sinblanca le explica a su mujer: “Mira María, tengo un problema muy serio y que no me deja dormir; resulta que mañana me vence un pagaré de sesenta mil euros que le entregué a Óptimo Mercader, que es uno de mis proveedores más importantes de materia prima, pero no lo podré abonar ya que con la crisis que atravesamos no tengo liquidez ni para pagar cien euros”

 

María Cararoca se queda mirando fijamente a su marido unos segundos y le responde indignada: ”y por esta tontería no puedes dormir; a ver ¿cuál es el número de teléfono móvil de este acreedor? ¿lo tienes grabado en tu móvil como Mercader?, si, pues déjamelo que ahora mismo te arreglo la situación”.

 

La Sra. Cararoca marca el número del móvil de Mercader y al cabo de algún tiempo le contesta una voz somnolienta.

 

“¿Es Usted el Sr. Mercader?”, -pregunta a bocajarro la Sra. Cararoca.

 

—“si yo mismo, ¿Quién es Usted y que ha pasado?”—pregunta con voz angustiada el Sr. Mercader, temiendo que esta llamada a horas intempestivas le anuncie alguna terrible desgracia; el pobre hombre se imagina lo peor, ya que a estas horas de la madrugada sólo le pueden anunciar la muerte de un familiar o que se ha declarado un incendio en su fábrica.

 

La Sra Cararoca le responde —“verá Usted, soy la esposa  de  Narciso Sinblanca, uno de sus clientes”

 

El Sr. Mercader confuso e intrigado pregunta:”¿pero es que le ha pasado algo a su esposo, ha tenido un accidente?”

 

No, no se trata de eso, –apostilla la Sra. María– “verá Sr. Mercader ¿recuerda Usted  que mi marido le debe abonar mañana un pagaré de sesenta mil euros?”,

 

El Sr. Mercader aunque todavía está medio dormido se acuerda perfectamente del vencimiento y de la cantidad, a lo que responde: “si, si por supuesto, mañana vence el pagaré que me entregó su marido hace un par de meses”.

 

La Sra. Cararoca prosigue diciendo – “pues bien siento decirle que mi marido no podrá reembolsar el pagaré ya que está sin liquidez en estos momentos”

 

–“Qué y me despierta a estas horas para decirme que no me podrá pagar” – protesta extrañado el pobre Mercader.

 

“Efectivamente” –asiente la Sra Cararoca– “así que mi marido ya le contactará más adelante cuando tenga dinero y  pueda saldar la deuda; le agradezco su comprensión, buenas noches Sr. Mercader”.

 

La Sra. Cararoca cuelga y  le dice cariñosamente a su marido “ya ves tontín que fácil era arreglar este asunto, tú ya puedes dormir tranquilamente,  ahora el que no va a  pegar ojo en toda la noche es Mercader”.

 

 Este chiste caricaturiza con “animus jocandi” la carencia de una ética empresarial en el cumplimiento de las obligaciones que tienen algunos empresarios de medio pelo. Ante un problema de liquidez, la solución más fácil es trasladar el problema a los acreedores y retrasar los pagos.

 

Para más información sobre el recobro de impagados se puede consultar el libro “Cobro de Impagados y negociación con deudores” de Profit Editorial o la web www.morosologia.com.

Más opciones:

Publicaciones relacionadas