25 febrero 2022
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Cuándo puede la empresa contabilizar un activo intangible

Es habitual que existan dudas sobre la contabilización de los activos intangibles cuya importancia está aumentando en las empresas.

Mario Cantalapiedra - Economista

Hace tiempo conocí a un analista de banca que tenía por norma acudir a ver los elementos materiales del inmovilizado y, en su caso, las existencias en almacén de las empresas antes de concederles financiación. A su parecer los datos de balances y cuentas de resultados eran importantes, pero hasta que no veía con sus propios ojos el estado de las máquinas y almacenes, no daba el dinero.

El banco en el que trabajaba esta persona ya no existe, y aunque no se pueda decir que el inmovilizado material haya desaparecido de las empresas, sí que ha cambiado la importancia relativa que en muchos casos representa frente a los elementos intangibles, que hoy son los verdaderos protagonistas de los balances de las compañías con mayor capitalización bursátil a nivel mundial, a pesar de que no puedan verse ni tocarse.

Las marcas, las bases de datos o la reputación son ejemplos de estos activos intangibles que por su propia naturaleza a veces son difíciles de valorar, al mismo tiempo que sobre ellos suelen despertarse dudas contables. De este modo, en base al Plan General de Contabilidad (PGC), una marca puede ser reconocida como inmovilizado intangible si es adquirida por la empresa, pero no puede hacerse si es la propia compañía la que la genera de forma interna.

A estos efectos, la normativa contable española define a los inmovilizados intangibles como “activos no monetarios sin apariencia física susceptibles de valoración económica”, los cuales para que sean reconocidos contablemente han de reunir los siguientes requisitos:

•    Que sean bienes, derechos u otros recursos controlados económicamente por la empresa.
•    Que a partir de ellos sea probable la obtención de beneficios económicos en el futuro.
•    Que puedan valorarse con fiabilidad.
•    Que sean identificables, es decir, que puedan separarse de la empresa y venderse, cederse o intercambiarse, o que hayan surgido de derechos legales o contractuales.

En cuanto a su amortización contable, los elementos del inmovilizado intangible deberán amortizarse en función de su vida útil definida, y en caso de que esta no pueda estimarse de forma fiable, deberán amortizarse en un plazo de 10 años.

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