08 junio 2010
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¡A girar más rápido la noria!

Las empresas podemos obtener rentabilidad a través de la aplicación de márgenes en el precio de nuestros productos o servicios, a través de la rotación de nuestro activo, o bien combinando los dos elementos anteriores.

Mario Cantalapiedra - Economista

 

Las empresas podemos obtener rentabilidad a través de la aplicación de márgenes en el precio de nuestros productos o servicios, a través de la rotación de nuestro activo, o bien combinando los dos elementos anteriores.

 

La noria

 

La rotación del activo (= Ventas/Activo total) expresa la capacidad de una empresa para generar ventas con su inversión total. De este modo, la empresa más eficiente será aquella que, a igual activo o inversión, consiga un mayor volumen de ventas, su ratio de rotación del activo será mayor. Podremos aumentar el valor de esta rotación, dejando constante la inversión y elevando el nivel de ventas, logrando un aumento de las ventas mayor, en términos proporcionales, que el aumento de activo; o reduciendo el activo en una mayor proporción que lo que disminuyen las ventas.

 

Siempre me ha gustado la metáfora que equipara a la rotación del activo con una noria que, en función de las vueltas que dé, saca una cantidad determinada de agua de un pozo. De tal modo que si logramos aumentar el número de vueltas que da la noria por unidad de tiempo (se rota más rápidamente el activo en un período), la cantidad de agua extraída es muy superior (se aumentarán, de forma considerable, las ventas del período), logrando mayor eficiencia.

 

Por tanto, la rotación del activo es uno de los factores explicativos de la rentabilidad de una empresa, aunque como ya he apuntado no es el único, debemos tener también en cuenta el margen con el que vendemos. Un supermercado de alimentación establecerá un margen pequeño en el precio de los productos que comercializa, al mismo tiempo que rotará mucho la inversión (renovará constantemente sus existencias) para conseguir ser rentable. Sin embargo, una constructora que haga edificios rotará poco la inversión, aunque fijará un margen elevado en el precio de los edificios vendidos (si es que en la coyuntura actual consigue vender alguno, que eso ya es “harina de otro costal”). Entre estos dos extremos se situarán la mayoría de las empresas.

 

En una situación de crisis como la actual, si las empresas no podemos repercutir el incremento de nuestros costes en el precio de venta final, debemos tratar de ser más eficientes en la gestión del activo para seguir siendo rentables, es decir, ahora nos toca girar más rápido la noria, y nadie ha dicho que ésta sea una tarea fácil.

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